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viernes, febrero 27, 2009


Nostalgias 



En la vida, inevitablemente solemos tomar decisiones que al momento parecen correctas pero que con el paso del tiempo resultan haber sido de las más equivocadas que hemos tomado.

Lamentablemente descubrir esto, la mayoría de las veces, suele venir acompañado con alguna desilución.

Hace unas semanas que tengo una gran añoranza de tiempos pasados, echo de menos a mucha gente que fui dejando en el camino; hace un par de días descubrí qué mala decisión fue esa.

Extraño a un puñado de gente simple, sencilla, sin dobleces, inocente; quizás ignorante en muchas cosas que para otros son fundamentales pero sabios en las que verdaderamente cuentan en esta vida.

Me hacen falta unos cuantos amigos con los que solía reír por tonterías hasta el amanecer, con los que nos preocupábamos por cosas nimias, con los que nos reuníamos a comer y cantar canciones malas pero divertidas.

En estos días descubrí el terrible hueco que han dejado en mi vida ciertas vivencias de antaño, y cuánto deseo recuperarlas.

Pero, sin embargo, lo que más tristeza me causa es esta sensación de incapacidad de recuperarlo que tengo, y la impotencia de no sentirme totalmente dueña de mi vida.

Es un verdadero bajón hacerse grande, contrario a lo que creíamos de jóvenes, en este punto de la vida, cuando antes pensábamos que decidiríamos por nosotros mismos, es cuando menos lo hacemos... demasiada gente en quién pensar, quizás.

En resumidas cuentas, lo que realmente extraño es esa maravillosa sensación de inconciencia y de ser y hacer lo que se me daban las reverendas ganas. Sin más.
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lunes, febrero 16, 2009


Dame tu luz pequeño ángel... 



Hace 18 años un día como hoy mi padre se acababa de reconciliar con mi tío, hermano de mi madre, después de muchísimos años sin dirigirse la palabra; y como tributo a los años perdidos y al mejor estilo "fumemos la pipa de la paz" celebraron sus cumpleaños juntos.

Esa reconciliación no fue un hecho fortuito ni mucho menos, en realidad ese mes mi padre enfermó gravemente; los médicos le dieron 6 meses de vida y aunque nadie se lo dijo él lo sabía. De alguna forma que todos nosotros ignoramos él sabía lo que estaba pasando aún cuando los demás intentábamos aferrarnos a lo que sea y fingíamos que todo estaba bien.

Hace 18 años celebramos un cumpleaños extraño, todos reunidos en la casa de un tío que hasta ese momento teníamos prohibido visitar; y sin embargo parecía que nunca había sucedido nada. Era un cumpleaños doble, el de dos cuñados que pasaron la vida separados por estupideces que ya ni recordaban y que repentinamente se encontraban unidos por la proximidad de la muerte.

Hay muchos detalles que ya ni recuerdo, pero también tengo algunas imágenes que quedaron grabadas para siempre en mi mente; recuerdo esas sonrisas sinceras cubiertas por un velo denso e invisible de una tristeza inexplicable e inexplicada. Recuerdo la mirada de mi abuela, silenciosa pero tan llena de significados y mensajes; nunca sabré si otros vieron en ella lo que yo ví esa noche.

Hace 18 años festejamos el último cumpleaños de mi padre, cumplía tan solo 46 años pero el cáncer no respeta edades ni deseos ni amores; y nos pasó por encima como si todo le valiera madres... aunque en ese entonces no conocía esa expresión y hoy sea la que mejor lo describe.

Comimos, nos reímos, contaron anécdotas, cantamos el feliz cumpleaños por partida doble y felicitamos a los cumpleañeros... no recuerdo demasiado pero hay algo que afortunadamente sigue en un lugar secreto de mi memoria, recuerdo que cuando me acerqué a saludarlo me abrazó fuerte, como siempre solía hacer y pude quedarme allí por un rato, disfrutando esa sensación tan única, tan irremplazable; esa sensación de protección que me daban los brazos de mi padre.

Después vinieron meses nefastos, días oscuros; pero esa noche, hace 18 años, mi viejo cumplía 46 y yo estaba allí entre sus brazos, besando sus mejillas y diciéndole despacio al oído cuanto lo quería; y sobre todo, esa noche en la que hubo abrazos...  no hubo lágrimas. Eso sí  lo recuerdo.

Hoy tendría que soplar 64 velitas, no puedo imaginar cómo se vería; lo que si puedo imaginar es ese abrazo después de la canción de rutina; aunque hayan pasado 18 años y él ya no esté, y con él se haya ido una parte de mi vida.

Feliz cumpleaños y dulces sueños, pequeño ángel.

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