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lunes, octubre 29, 2007


Por la identidad, por la memoria, por el futuro... 




Soy Juan, nací en la ESMA en marzo del 78, lugar donde mi mamá y yo compartimos sólo 20 días. Viví casi 26 años con un nombre que no era propio y creyendo que mis padres eran un policía y su mujer. Gracias a la ayuda de Abuelas, supe que era hijo de desaparecidos. Damián, mi papá, tenía 19 cuando fue secuestrado. Alicia, mi mamá, tenía16 y estaba embarazada de cinco meses. Así es mi historia, la que despertó el deseo de involucrarme, porque no podemos dejar que se pierdan dos generaciones, la de nuestros viejos y la nuestra, donde el individualismo nos alejó de ser protagonistas.


Así se presenta en su blog personal Juan Cabandié.

Juan es uno de los 88 niños a los que se les ha restituido su identidad gracias al inquebrantable espíritu de lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo.

Esta noche en Telefé a las 22 hs en el ciclo de unitarios llamado TV x la identidad se presentará su historia. Este ciclo comenzó la semana pasada y es de las pocas cosas celebrables que suceden hoy en nuestra televisión argentina.

Imprescindible para todos aquellos que creemos que sin pasado no hay futuro y que la memoria es el camino mejor trazado para que las próximas generaciones avancen hacia un mañana de justicia e igualdad.

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sábado, octubre 20, 2007


La mia mamma 




Quizás sea de la que menos he escrito en este lugar y hoy llegó el momento de reivindicarme.

Mi madre es la persona con la que me unen los sentimientos más contradictorios y sin dudas la que más fuerte marcó mi personalidad.

De pequeña recuerdo haber sentido su ausencia casi como un hueco, ella trabajaba todo el tiempo, tanto como mi padre; para que a nosotros "no nos falte nada", ese pensamiento que solemos tener las madres cuando vemos lo que realmente cuesta criar a nuestros hijos en un mundo de desigualdades. En ese tiempo yo sentía que no me faltaba nada, salvo mi mamá.

En mi adolescencia chocamos como dos trenes de frente, a la distancia recuerdo las discusiones, las peleas, los gritos, las puteadas por lo bajo, los resentimientos estúpidos y sigue teniendo un gusto feo y amargo.

Mi madre nunca fue del tipo de personas que necesita demostrar su afecto con abrazos y besos, yo siempre fui del tipo de personas que necesitó abrazos y besos. Mi madre siempre estaba pendiente de mi hermano, mi padre me colmaba de amor.

Cuando nacieron mis hijos ella se convirtió en la mejor abuela del mundo y comenzamos a entendernos un poco más. A mis 22 años murió mi padre y no sé porque mecanismo extraño del amor ella comprendió que yo no iba a poder continuar con una sola "muleta". Entonces se multiplicó y llenó como pudo, con esa fuerza que le pone a todas las cosas, el vació que habia quedado en mi vida.

Hoy somos dos mujeres adultas, en diciembre yo cumpliré 39 años y dos días después ella cumplirá 60. Dicen que somos fisicamente parecidas y nosotras decimos que estan locos. Nos gusta escuchar casi la misma música, tenemos miles de temas en común para charlar, disfrutamos con una cerveza y un mal programa de tele como pocos, podemos tomar mate y jugar cartas todos los domingos al punto de convertirlo casi en un compromiso; nos vemos a diario y nos hablamos varias veces al día por teléfono.

Ella se hizo cada vez más fuerte con el paso de los años, es jovial, es positiva, está en los momentos en que más la necesito, puedo hablar de todo con ella y es la mejor abuela que mis hijos pudieron tener.

Yo comprendí a fuerza de vivirlo lo difícil y triste que es tener que dejar a tus hijos para salir a trabajar, que realmente hay cosas que ellos necesitan que no podrian tener de otra manera; aunque igual intento no olvidar mi infancia por eso siempre estoy buscando la forma de estar más tiempo con ellos. Pero mi propia vida me enseñó que lo que de niña me parecía reprochable en realidad es agradecible, tanto trabajo, tantos sacrificios de mi madre hicieron de mí lo que soy y eso le costó muchos más dolores a ella que a mi, sin dudas.

Con tres de mis hijos adolescentes me replantée los malos momentos de antaño y no me queda otra que pedir perdón. Yo no choco con mis hijos de la forma que lo hice con ella, pero debo reconocer que siempre hizo (con sus armas, acorde a su crianza y con su forma de ver la vida) lo que consideró mejor para mí. Para mí que fui una adolescente difícil y extremadamente rebelde.

Todavía no aprendió a dar abrazos y besos salvo a sus nietos, y ya no pido que cambie. Las dos nos conocemos lo suficiente como para saber que el amor tiene más de una manera de demostrarse.

Por todo eso, y por tantas cosas más que siempre quedan en el tintero,

¡¡¡ FELIZ DÍA, MARIKITA !!!
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martes, octubre 09, 2007


40 años después... 





Lo han cubierto de afiches / de pancartas
de voces en los muros
de agravios retroactivos
de honores a destiempo

lo han transformado en pieza de consumo
en memoria trivial
en ayer sin retorno
en rabia enmbalsamada

han decidido usarlo como epilogo
como ultima thule de la inocencia vana
como anejo arquetipo de santo o satanas

y quizas han resuelto que la unica forma
de desprenderse de El
o dejarlo al garete
es vaciarlo de lumbre
convertirlo en un heroe
de marmol o de yeso
y por lo tanto inmovil
o mejor como mito
o silueta o fantasma
del pasado pisado

sin embargo los ojos incerrables del che
miran como si no pudieran no mirar
asombrados tal vez de que el mundo no entienda
que treinta anos despues siga bregando
dulce y tenaz por la dicha del hombre.

Che - Mario Benedetti


40 años y siguen intentando ensuciarnos la sonrisa
nublarnos la mirada
engañarnos con sus miserables etiquetas
confundirnos con sus mierdas de grandezas
conquistarnos con sus futuros de lata
asesinarnos los sueños
derribarnos las utopías
enterrarnos la memoria.

Malditos, indignos, nefastos;
con sus fracasos a cuestas
disfrazados de exitosos sin brillo,
sin recuerdos, sin hombres de verdad.

Sin vos, ellos sin vos.

A nosotros que podemos estar pobres, lejanos, solitarios, ignotos;
pero sabios, soñadores, esperanzados, llenos de tu luz,
con sueños y memoria,
con vos, por siempre, Comandante.
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